En este mes de Mayo celebramos el mes de las madres. Es un mes de ternura. El peor insulto que le pueden hacer a uno es insultarle la mamá diciéndole que uno es “hijo de…”. Eso nos hace hervir la sangre. Hasta muertes hay por ese insulto.
Estaban fastidiando a un chofer de la línea Nagua-Río Jagua hablando mal de María. El, iluminado por El Espíritu Santo, les dice: “Si Tú trabajas en una empresa y te pones a hablar mal de la mamá del dueño de la empresa ¿qué te va a pasar? Te echan de la empresa. Continuaba: Majadero, ¿cómo tú estás hablando y predicando de Jesús y te pones a hablar mal de la mamá de Jesús? Te van a echar”.
Este campesino sin estudiar Biblia, ni teología tenía una luz especial que nos ilumina y nos hace respetar a la Madre de Jesús, ya que es un regalo de Jesús. Es uno de los regalos de Jesús en la cruz cuando dice al discípulo amado: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo ahí tienes a tu madre” (Juan 19,26). Y termina la Palabra de Dios diciendo: “El discípulo se la llevó a su casa”. Entonces si tú crees ser discípulo de Jesús tienes que llevarte a su madre a su casa. La llevas a la casa de tu vida, a la casa de tu corazón, a la casa de tu familia, a la casa de tu comunidad. A la casa de tu pueblo, a la casa de tu ciudad.
El P. Emiliano Tardif, MSC, nos contaba que cuando era párroco de Sánchez fue una señora a darle el siguiente testimonio: “Padre, vine hace muchos meses de Salcedo a verlo para que me impusiera las manos y orara por mí porque sufría desde pequeña de ataques de asma. Al llegar a la Casa Curial y no encontrarlo salí muy triste. Sin embargo, la Iglesia estaba abierta. Entré y en el fondo estaba la imagen de la Virgen del Rosario, patrona de Sánchez. Me acerqué y le dije: Madre, como no está el P. Emiliano para que me imponga las manos. Impón tus manos sobre mí y reza por mí. Saqué el Santo Rosario y comencé a rezarlo. Primero, segundo, tercer y al final del cuarto misterio me dio un ataque de asma que casi me moría. Esperé, descansé y terminé el quinto misterio. Regresé a casa. Ahora vengo a decirle que fue el último ataque de asma que me dio. Jesús me curó.
La pregunta es:¿A qué fue a Sánchez buscando al P. Emiliano? A que le orara imponiéndole las manos. Y al no encontrarlo ¿A quién le pidió que le impusiera las manos y orara por ella? A la Mamá de Jesús. Y mientras ella oraba esa oración bíblica del Ave María (Lucas 1,26-45) su Hijo Jesús la sanó.
Por eso recomiendo que oren en familia el Santo Rosario. El primer misterio le dicen a María: “impón tus manos sobre los dos esposos. En el segundo: impón tus manos sobre los hijos, nietos, sobre la familia de él y sobre la familia de ella”. Los que no están acostumbrados empiecen de a poquito con dos misterios. Si hay una cadena de oración por un enfermo o una situación se unen con el tercer misterio diciéndole Madre ve impón tus manos sobre fulano o sobre aquella situación. Y mientras oramos ella consigue que y su Hijo Jesús como en las Bodas de Canaán haga el milagro de tener un vino nuevo.